Esta discreta edificación de estilo neoclásico se encuentra situada a menos de un kilómetro de distancia del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y fue construida entre 1771 y 1773 a través de un proyecto del arquitecto Juan de Villanueva.
De fuerte inspiración palladiana, este edificio de planta cuadrangular se articula entorno a una sala central con dos alturas. Fue mandando construir por Carlos III para el uso y disfrute de su hijo Gabriel de Borbón, de tal modo que el infante pudiese retirarse de la vida de palacio. Cuenta con jardines a la italiana divididos en terrazas desde los que se puede atisbar el Real Monasterio. Entre las curiosidades del edificio cabe destacar que sirvió de residencia a Juan Carlos I de Borbón y que su bóveda se encuentra decorada con alegorías a la música.
Este edificio fue construido prácticamente al mismo tiempo que la Casita del Príncipe, que se encuentra también en los aledaños de Real Monasterio, aunque esta segunda estaba destinada al disfrute de Carlos IV, el hermano de Gabriel. La Casita del Infante muestra menos influencia herreriana que la villa de su hermano, tiene un carácter más libre, ajustado a la demanda del infante, que precisaba un edificio para el disfrute musical, lo cual motiva que el palacete tenga una acústica óptima capaz de proyectar los sonidos al exterior.
Lamentablemente se ha perdido la decoración interior original por varias circunstancias: la expoliación napoleónica, su uso como almacén durante el siglo XIX en las labores de repoblación del Monte Abantos e incluso ha sufrido un incendio. Fue restaurado por última vez en 1984 durante el reinado de Juan Carlos I.
Sus jardines se pueden visitar entre las 10:00 y las 17:30 de martes a domingo.
Texto: Paloma Dominguez